Microrrelato
La jovencita Agripina Suárez sale, presurosa, por la puerta de su domicilio. En su cara pecosa lleva pintada una expresión de angustia. Con pasos rápidos se dirige a los contenedores de basura situados a una veintena de metros, cerca del final de la calle. Su amiga Tere Campos que se
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Me ha costado mucho descubrirlo. Estuve completamente desorientado al principio. Vivía, como casi todo el mundo, sumido en tinieblas. Consideraba lo que me ocurría, a algo que no era. Me dejé influir por una creencia generalizada. Di por buena una teoría ajena. Lo acepté ciegamente, pensando que no podía ser
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1ª QUE LOS MIEMBROS DE SU FAMILIA ENTREN EN LA VIVIENDA CON LOS PIES SUCIOS DE BARRO Y PONGA EL SUELO PERDIDO. 2ª QUE LOS MIEMBROS DE SU FAMILIA LE SAQUEN DEFECTOS A LAS COMIDAS QUE PREPARA. 3ª QUE NO TENGAN NUNCA RECONOCIMIENTO NI ELOGIOS PARA ELLA Y, EN CAMBIO,
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Llevaba más de una hora esperando en aquella cola interminable cuando el portero de magnífico traje inmaculadamente blanco y gorra entorchada y ostentosa como las de los generales de algunos países bananeros dijo en un tono cansino: —Que pase el siguiente. —Soy yo —dije sonriéndole contento, simpático, animoso. Entré en
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Una mañana gris, con el cielo encapotado, en el camposanto de una gran ciudad, un hombre, aprovechando el momento en que no tiene a nadie cerca se postra de rodillas delante de una tumba, y con voz compungida, temblorosa, entrecortada, habla a la persona que reposa en ella: —Hoy habrías
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Óscar era un chico obsesivo, extraño y maniático. Siempre que salía a la calle, deliberada y sistemáticamente, daba el primer paso con el pie izquierdo. Cuando se veía obligado a pronunciar la palabra muerte se santiguaba acto seguido y, las noches de luna llena, permanecía encerrado en su casa con
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Salustiano Gravilla, al igual que otras muchas veces, reposada la espalda en el tronco de un árbol que le procuraba favorable sombra, chupando con boca cansina una ramita de romero, estuvo observando, de tiempo en tiempo, con ojos somnolientos, a su padre trabajar duramente en la huerta, a pleno sol,
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Yo era un asiduo, fiel, fanático seguidor de los horóscopos. Todos los días, antes de salir de casa me leía el mío y obraba en consecuencia. Si mi horóscopo me aconsejaba no coger mi coche, ese día yo usaba el autobús o, si la economía me lo permitía, tomaba un
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Un filósofo que, demostró serlo por estudios realizados y reconocidos con matrículas de honor, dejo escritas muchas píldoras filosóficas como esta que reproduzco: <<Nadie puede cometer mayores estupideces que quienes por estar exageradamente sobrados de dinero no conocen límites>>. Un jeque árabe, multimillonario, envió a su
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Dos niños juegan en el patio de la casa de uno de ellos. Se encuentran solos. Pueden hablar con absoluta libertad, sin la posible coacción o censura de algún adulto. Están felices. Hace solo un ratito que han disfrutado de su merienda favorita: pan con un buen pedazo de chocolate.
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Las personas prudentes, cuando escuchan a los expertos en meteorología decir que va a llover, previsores, salen a la calle con un paraguas. Luego igual llueve como no, olvidan su paraguas en algún sitio y, cuando vuelven con la intención de recuperarlo, igual lo consiguen como no, dependiendo del porcentaje
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Hubo un tiempo en que los hombres, trabajando de sol a sol, empleando todas sus fuerzas hasta la extenuación, sufriendo, terminando cada jornada laboral con sus cuerpos molidos. Llevando una existencia sacrificada y desdichada, estos hombres alimentaron a sus familias y aumentaron la prosperidad de sus países. Y estos hombres