GERTRUDIS DE NUEVO (MICRORRELATO)

Gertrudis llevaba  algúan tiempo en que, temerosa, evitaba verse reflejada en los espejos. Los espejos se habían convertido en  unos despiadados enemigos suyos.  Parecían gozar mostrándole que cada vez eran más acentuadas sus patas de gallo, más profundas las arrugas que alargaban las comisuras de sus labios y más honda y opaca la tristeza de sus ojos.
Estos deprimentes signos de decadencia en sus encantos faciales la estaban aumentando el sentimiento de amargura, pero también el de la humildad, la resignación y la sensatez. Y cuando conoció a Anselmo, un viudo de su misma edad, no le exigió la belleza y el talento que les había exigido a otros pretendientes anteriores, y se conformó con el respeto y la bondad que él la demostraba. Gertrudis renunció a la ambición alimentada a lo largo de demasiados años y decició no repetir los muchos  errores cometidos.
A ciertas edades, paz, armonía y compañía, eran tan buenos como la felicidad imposible que, quiméricamente, había perseguido hasta entonces intentando ganarse el  interés de hombres guapos y ricos.  Y no permitió se le escapase el último tren. Dejó de esperar la llegado del magnífico convoy que hasta entonces solo había existido en sus sueños imposibles, y se subió en el único, modesto y seguro tren que tenía a su alcance.

Read more