UN DÍA QUE PREVEÍA FELIZ (MICRORRELATO)
Me levanté animoso. No me dolía nada. Sentía apetito. Pensé en el buen desayuno que iba a prepararme. Y muy especialmente en el café cuyo aroma parece transmitirme una especie de satisfactoria vitalidad. Miré por la ventana. Lucía un sol espléndido. Me dirigí a la cocina en pijama. Tengo un pijama muy alegre. Lo componen rojas sonrisas femeninas resaltando en un color azul turquesa. Conecté el transistor que tengo encima de la mesa de formica. Y la primera noticia que escuche fue que: a los agricultores les compran las naranjas a 0,21 céntimos, y en el super las pagamos a 1, 55 euros. Y se me jodió el día. ¿Quién puede sentirse feliz dentro de un país en el que reina la más despiadada injusticia?