TE LLEGARÁ UNA ROSA ROJA TODOS LOS DÍAS (MICRORRELATO)


Armando Casas había sido amante del espectáculo circense desde su más tierna infancia. Una tarde decidió llevar al circo a Agustinito, su hijo de ocho años. El niño, que ya estaba muy enganchado a los juegos informáticos, convencido de que todo aquello que divertía a su padre, a él solía
Sebastián era viajante de marroquinería de lujo. Su ambición, que no el amor, lo había impulsado a casarse con la hija de su jefe. Ella se llamaba Lidia. Se creía muy bella y se gastaba en ropa todo el dinero que, con zalamerías le sacaba a su acaudalado y consentidor
Hasta que no llegó a su avanzada adolescencia, Patricia no demostró interés alguno por conocer la clase de relación que, entre ellos, mantenían sus padres. Con ella habían cumplido siempre su obligación de vestirla, alimentarla y cuidarla durante las escasas veces que estuvo enferma. Nada tenía que reprocharles. Pero cierta
Madre e hijo se encontraban paseando por un parque. Ella era joven y hermosa. Él era un niño de corta edad. Por no poner la debida atención de donde ponía sus pies, tropezaba de vez en cuando con una piedra o un arbusto. La mano protectora materna lo salvaba de