SOBRE EL FÚTBOL (OPINIÓN)

Soy uno de los muchos ciudadanos que les gusta el futbol (qué le voy a hacer, conozco aficiones bastante peores) y estoy pendiente de algunos resultados que se dan en los partidos que se juegan en la primera división, (en la actualidad prácticamente todos los días de la semana). Hay un par de equipos que son mis favoritos y me alegra cuando ganan y me contraría cuando pierden. ¡Sólo contraría! Esto es normal en mí, pero no lo es en una gran mayoría de seguidores de este deporte, que se llevan unos disgustos extraordinarios cuando los equipos de sus amores pierden.  
Comento esto porque se está llegando a un punto en que todos o casi todos esos medios con audiencias muy importantes, no emplean la mayor parte de su tiempo  hablando de jugadas magníficas, de técnicas depuradas en el manejo del balón, de piruetas circensen, de malabarismo incluso, sino que hablan casi exclusivamente de los árbitros. Y se es benevolente e incluso mentiroso cuando se justifica que los árbitros han podido tomar, durante un partido, alguna decisión a favor del equipo de sus amores y se condena sañudamente, incluso con insultos muy graves (condenablemente graves), al árbitro que creen ha perjudicado a su equipo sin importarles, al hacerlo, faltar a la verdad y a la justicia. Y con éstas luego el VAR, la maravilla de las maravillas, la justicia suprema, y las culpas de los errores se dividieron y ya no hubo un solo culpable de los errores arbitrales, sino varios. ¡Dios de los cielos, lo que se esperaba que arreglase algo, lo ha empeorado todavía más!
Señores fanatizados, por favor, dejemos tranquilos a los árbitros porque ellos se equivocan como nos equivocamos todos los mortales, para bien o para mal, y hablemos de fútbol que es un deporte emocionante, viril, habilidoso y bello a los ojos de aquellos que lo aman de verdad. Lástima que algunos jugadores cobren tanto por practicarlo que arruinan a sus clubs permitiéndose el extraordinario lujo de poseer aviones privados, lujo que no se permiten ni siquiera algunos presidentes honestas. Porque presidentes honestos, lo mismo que árbitros honestos los hay, aunque posiblemente no todos, ni tantos como les gustaría a la gente humilde  que, con sus salarios de misería se las ven canutas para llegar a final de mes sin endeudarse, por muchos goles que haya anotado el equipo que goza de sus simpatías. ¡Viva el futbol aunque, quizás, el maldito dinero termine por enterrarlo!

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