MI GATO "POPEYE" SE ECHÓ UNA NOVIA (MICRORRELATO)

Sonó el timbre de la puerta. Era día festivo y yo me hallaba en el salón de mi apartamentito leyendo y escuchando música. Más lo primero que lo segundo. Coloqué el libro boca abajo encima de la mesa baja y fui a abrir.

A la persona que había llamado la conocía de vista. Era una vecina con la que me cruzaba de vez en cuando. Nunca habíamos hablado. Se trataba de una chica atractiva de cara y con una buena figura. Mis ojos la recorrieron con interés. Ella mostraba un ceño fruncido y una expresión seria.

—Hola —saludé quedando a la espera de que ella me expusiera el motivo de su inesperada visita.

—¿Es suyo un gato de pelaje en el que se mezcla el gris y el negro y lleva un collar colorado alrededor del cuello con una campanita que no suena?

—Creo que acaba usted de describir a “Popeye”, mi gato.

—Pues tengo una gran queja que hacerle —empleando ahora un tono evidentemente severo—. Verá, su gato viene todas las tardes al balcón de mi casa, juega un rato con mi gata “Alondra”, y después se marchan los dos, no sé a dónde, y mi gata no regresa hasta bien pasada la medianoche. Preocupada por ella, intranquila, yo la espero y esto me obliga a acostarme más tarde de lo que quisiera. ¿Puede usted ponerle remedio a esta enojosa (para mí) situación?

La miré con agrado y le respondí con otra pregunta:

—¿Vive usted sola?

Aquella misma noche fui a casa de esta vecina mía que tenía una gata llamada “Alondra”, le traje un ramo de flores, una caja de bombones, y me quedé con ella haciéndole compañía mientras ambos esperábamos el regreso de nuestros gatos, comiendo bombones y, como ls tentación también dulce, compartimos unos besos.

Y ciertamente lo pasamos tan bien juntos que, al igual que nuestros felinos, hemos terminado convirtiéndonos en pareja.

Los amantes de los gatos solemos entendernos muy bien entre nosotros. Si se siente solo, dama o caballero, ponga un gato en su vida y, si su gato es tan listo como el mío terminará siendo feliz y curado de su soledad.