DIEGO EGARA, DETECTIVE (FINAL CAPÍTULO II PÁGINA 33) -ACTUALIDAD)

—Quédesela. Hice sacar varias copias. Pero cuando no la necesite más, devuélvamela. No quiero que ande vagan-do por ahí una fotografía de mi futura esposa —exigió.
—Así lo haré, descuide.
Imaginé que a las copias que había sacado, siendo para él, no las habría mutilado con rotulador negro pues yo me figuraba que la chica del calendario había posado desnuda.
Se marchó este tío feo de cojones, acompañado de los dos armarios humanos de su escolta. Quedé observando la ilustración de la chica que debía buscar. Era hermosa y, por la silueta que había quedado después de haber sido vestida con tinta, debía estar buenísima. Aparentaba unos veinticinco años. Mostraba una sonrisa forzada y creí detectar un brillo de codicia en sus grandes ojos negros. Aventuré que quizás no le importase la fealdad de Rufino Canales, y sí su dinero.
—Poco puedes figurarte, tía, el gran vuelco que puede dar tu vida si te encuentro. Nada menos que tener la oportunidad de casarte con un millonario.

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