UN CEREZO, DOS JÓVENES Y UN BESO (RELATO)
Eran vecinos y adolescentes todavía. Ella se llamaba Martina y él se llamaba Rogelio. Se gustaban, pero por timidez e inseguridad nunca se lo habían confesado. En el patio de la casa de Martina tenían un cerezo; en el patio de la casa de Rogelio solo tenían grama. Una mañana