UNA GOTA DE HUMOR (816)

Cuando Filiberto Cortina se hubo comido los suficientes chicles para considerarse un hombre de goma, se tiró por la ventana de un segundo piso y, en vez de rebotar contra el suelo como él esperaba, se rompió las dos piernas; no lloró de dolor sino que lloró por el fracaso de su inteligente proyecto.

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