Dos personas acordaron, por teléfono, tener un encuentro delante del escaparate de una librería situada en la parte más céntrica de la ciudad. No se conocían de nada. Entrarían en contacto por medio de una contraseña que se habían dado. Él era joven y apuesto, e iba bien vestido. Ella
Se llamaba Greta. Tenía una buena figura y un rostro que, sin ser hermoso parecía serlo extraordinariamente debido a las seductoras expresiones que ese rostro poseía, y, sobre todo, a sus ojos que dejaban embelesado al que miraban, o los miraba. Se dio a conocer, a nivel mundial en el
Hubo una vez un niño que, siendo testigo de lo muy desdichados que los continuos ataques de celos hacían a sus padres, lo mismo que las amargas afirmaciones de que recibían menos amor del que daban, decidió evitaría él ser como ellos, algo que entendió conseguiría no amando a nadie,
Antonio, como tenía por costumbre todas las mañanas de los días laborables, antes de marchar al trabajo besó a su mujer en la frente primero y después en los labios. Este gesto tenía profunda importancia para los dos. El beso en la boca significaba que la amaba y, el beso