UN FABULADOR SE ENAMORÓ DE UNA ESTRELLA (RELATO)
Hubo una vez un fabulador que contaba una historia que solo se creían aquellos hombres que habían amado a una mujer con toda su alma. La historia que él contaba era la siguiente:
Un hombre, cuando llegó a la edad adulta dijo a todas las personas que él les importaba, y que le importaban a él:
—He venido a este mundo marcado por un destino: Amar y ser amado por una mujer, en este mundo y, cuando ella o yo lo abandonemos, seguir amándonos en el universo.
Resultaba tan convincente cuando lo decía que quienes le tenían aprecio lo creían y, quienes no, lo tildaban de fantasioso y loco.
Y ocurrió que un buen día, este hombre que creía haber venido al mundo marcado por un destino especial conoció a una mujer que, nada más posar en ella su mirada sus ojos le dijeron:
<<Esta es la mujer que tú amarás y te amará eternamente>>.
El fabulador se acercó a ella y le dijo:
—Nací para amarte, tanto dentro de este mundo como fuera de él.
Ella mostrándose tan subyugada, como se mostraba él, le respondió:
—Nací para amarte, tanto dentro de este mundo como fuera de él.
No necesitaron, en aquel momento, cambiar más palabras. Se fundieron en un abrazo y vivieron juntos, amándose con todo su cuerpo y toda su alma durante largos años.
Desgraciadamente, sucedió que el reloj de la vida de ella se detuvo antes que el reloj de la vida de él, y el día que eso ocurrió ella le dijo antes de expirar:
—Amor mío, te esperaré en el firmamento. Reúnete conmigo cuando te suelte la vida.
—Lo haré. Hasta pronto, mi amor.
No encontraron el cuerpo de ella y cuando le preguntaron al fabulador sobre este hecho inexplicable, él señaló al cielo y dijo:
—Veis esa estrella de allí, la que está justo debajo de la luna, esa estrella es mi amada. Está esperando ahí a que yo me reúna con ella.
Nadie le creyó. Todos tuvieron la convicción de que el dolor por la desaparición de su amada le había trastornado la mente.
Una noche con luna llena, el fabulador estaba reunido en el patio de su casa con toda su familia y dijo:
—¿Habéis visto que mi amada brilla esta noche mucho más que otras noches?
Todos miraron al cielo y ciertamente, la estrella situada debajo de la luna, muy cerca de ella, estaba brillando con tanta fuerza que cegaba.
—Ciertamente, esa estrella brilla más que nunca, pariente —reconocieron quienes le acompañaban.
—Pues dentro de un instante yo estaré al lado de ella convertido también en estrella.
Algo tan extraordinario, ninguno de los presentes lo creyó posible, y varios de ellos creyendo que estaba perdiendo la cabeza y pretendieron tranquilizarlo:
—Siéntate, tranquilízate. Toma, bebe un poco de agua y no pienses en fantasías imposibles.
Sin hacer caso de ninguno de ellos, el fabulador abrió sus brazos y elevándose en el aire salió disparado hacia lo alto a una velocidad de vértigo. Quienes presenciaron esto, con ojos incrédulos, maravillados, vieron la estela que él iba dejando atrás y, pasado un tiempo muy largo pudieron observar que la estela se desvanecía y, al lado de la estrella que él había dicho siempre que era su amada, apareció otra estrella nueva.
Lógicamente, los familiares de este hombre que se convirtió en estrella cuando contaron lo que habían presenciado nadie les creyó, aunque podían demostrar que decían la verdad pues se había esfumado el cuerpo del fabulador.
(Copyright Andrés Fornells)