Simón Tilín era lo que nosotros, el vulgo, llamamos un hombre del montón. No era alto ni bajo, ni feo ni guapo, ni listo ni tonto. Lo dicho: era un hombre del montón. Su mujer, Agapita Tolón, era asimismo una mujer del montón a la que podemos añadir que era
Lolita Manzana se consideró la chica más afortunada del planeta entero cuando Nico Tino empezó a fijarse en ella con un brillo de intenso deseo en sus bellos ojos azules. Nico Tino era guapísimo. Las chicas lo veían y deseaban abrirle el corazón y también otras muchas partes de sus
Carmen Almaña era bonita, coqueta e inteligente. Desde muy temprana edad descubrió que casi todos los hombres que no han perdido sus cualidades varoniles sucumben fácilmente a los encantos femeninos bien empleados por las mujeres que les gustan los hombres y saben rendirlos con su seducción y su conocimiento de
Adiós Lucrecita, que te vaya bien. Te fuiste dejándome el corazón roto en mil pedazos, un puerco trapo de cocina, una novela a la que le faltaban las veinte páginas finales, y una gata coja. El trapo de cocina lo tiré a la basura porque estaba muy sucio y roto.