ALGO QUE LORD BYRON DECÍA SOBRE LAS MUJERES, Y MÁS COSAS (MICRORRELATO)

Si el guaperas y algo ranco de Lord Byron sacara la cabeza del boquete donde lo metieron, volvería a esconderla al ver cuanto han cambiado las féminas. Según él dejó escrito, las mujeres de su época estaban contentas teniendo un espejo y almendras tostadas como lujo gozoso-alimenticio.
Pues bien, con respecto a las bellas hembras actuales, seguramente bastantes de ellas las almendras tostadas ni las prueban, prefiriendo, pero muy mucho los diamantes, y no para comerlos, si no para lucirlos, preferentemente en sus cuellos alabastrinos o de color, y también en sus dedos alargados por seductoras uñas aparentemente inofensivas, en sus orejas de buen oír, en su hermoso y redondito ombligo y, según me han contado (yo francamente no he visto ninguno) en lo más íntimo y valorado de su adorable anatomía. Esta excentricidad, que imagino inicialmente dolorosa, me han contado que también lo practica algún que otro varón excéntrico y, económicamente, bien servido.
¡Qué cosas! Una vez un tipo, que aseguraba estar de vuelta de todo, me dijo que los pocos cuerdos que todavía quedaban en el mundo estaban en evidente peligro de extinción. Su juicio me sigue preocupando porque no tengo nada claro si yo pertenezco al bando de los cuerdos o, por el contrario, al bando de los otros.