SOBRE LOS SUEÑOS BUENOS Y MALOS (MICRORRELATO)

SOBRE LOS SUEÑOS BUENOS Y MALOS
Mi amigo Aurelio Campana me había contado que días atrás, en sueños, vio a san Antonio de Padua, el santo de los milagros, se acercó a él y le preguntó si podía concederle una cosa que él deseaba muchísimo. El buen santo le sonrió bonachonamente y le dijo:
—Vale, pídeme esa cosa que deseas muchísimo.
—La cosa que deseo muchísimo es que la empresa para la que trabajo me dé unos días de vacaciones. Lo necesito muchísimo, pues todas las noches me acuesto cansadísimo.
—Te complaceré —concedió el santo—. Les diré a tus patronos que te deben dar vacaciones.
—Oh, gracias, gracias, san Antonio —agradeció, emocionado, mi amigo Aurelio Campana.
Al día siguiente el director de la empresa para la que Aurelio Campana trabajaba lo despidió.
A partir de aquel hecho, mi amigo Aurelio Campana empezó a militar en las filas de los incrédulos, de los ateos. Hay hombres que pierden la fe a las primeras de cambio. Noches más tarde, en sueños, se me apareció san Antonio de Padua y, lleno de fe, le expliqué que el poco dinero que me quedaba no me alcanzaría hasta final de mes y yo pasaría hambre. San Antonio de Padua me dijo comprase un número de la lotería que terminase en trece. Compré un décimo de la lotería que terminaba en trece y conseguí un premio que me alcanzó para terminar ese mes y el mes siguiente completo.
Al enterarse mi amigo Aurelio Campana de mi buena suerte, empezó a decir, por todas partes, que san Antonio de Padua solo favorece a los tontos.
Yo no me lo he tomado a mal y le he llevado una vela color rosa al santo. El mes que vaya cortito de dinero, lleno de fe, le pediré ayuda a san Antonio de Padua, el favorecedor de los tontos según mi amigo Aurelio Campana.