REAPARECIÓ EL GENIO DE LA LÁMPARA MARAVILLOSA (RELATO)

(Copyright Andrés Fornells)
Una mujer amante de las antigüedades compró en un “Mercadillo” una lámpara muy antigua, la cuál se hallaba en un deplorable estado de suciedad. Al llegar a su casa, la mujer, que era persona muy pulcra, decidió limpiarla y darle mejor aspecto del que tenía. Cogió un limpiametales, le echó un chorrito encima y a continuación con un paño de cocina comenzó a frotar la lámpara. Inmediatamente se produjo un fenómeno que durante algunos segundos dejó a esta señora petrificada de asombro. Del interior de la lámpara salió un genio impresionante, vestido con ricas ropas de una época esplendorosa y mágica, quién le dijo con atronadora voz:
—He venido a este mundo a complacerte, mujer. Pide tres deseos y te los concederé.
La mujer tardó un tiempo en reponerse de la enorme sorpresa recibida y aceptar que este fabuloso ser aparecido de repente podía poseer los extraordinarios poderes que anunciaba.
—Bien, si lo que dices es cierto: conviérteme en la mujer más hermosa del mundo.
—Antes de complacerte permite que te haga una advertencia: Todo aquello que yo te conceda, tu marido lo recibirá diez veces en mayor cantidad que tú. ¿Estás de acuerdo?
Ella se lo pensó un par de minutos y después, esbozando una astuta sonrisa respondió:
—Estoy totalmente de acuerdo con ello.
El genio pidió al oculto y misterioso mundo de los milagros se cumpliera este primer deseo suyo. Una nube mágica envolvió a la mujer y cuando a los pocos segundos la nube desapareció, la mujer había adquirido una portentosa belleza y, su holgazán y borrachín marido que se hallaba tendido en el lecho durmiendo la borrachera cogida la noche anterior, se volvió diez veces más hermoso que ella.
—¿Cuál es tu segundo deseo, mujer? —preguntó el genio.
—Pues que me conviertas en la mujer más rica del mundo.
—Te recuerdo que tu marido serás diez veces más rico que tú.
—No me importa, adelante.
De nuevo una nube la envolvió y cuando la nube se disipó, ella era la mujer más rica del mundo y su vago marido, roncando todavía su embriaguez, ni cuenta se dio de los fabulosos tesoros que llenaban su habitación.
—Bien, voy a concederte el último deseo y después desapareceré –le advirtió el prodigioso genio.
—De acuerdo. Te pediré una cosa más y podrás irte —apuntó la taimada mujer—: Haz que yo enferme un poco del corazón.
—Concedido.
De nuevo fue envuelta por una nube y cuando la nube desapareció, lo hizo esta vez con una estruendosa explosión en la que desaparecieron el mago y la lámpara maravillosa.
La mujer más guapa y rica del mundo lo fue diez veces más a partir de aquel momento, pues mientras ella padecía una pequeña dolencia en su corazón y seguía viva, el haragán y vicioso de su marido, con una dolencia de corazón multiplicada por diez había muerto dejándola heredera de cuanto poseía.