QUIERO HACER EL AMOR CONTIGO (RELATO)

QUIERO HACER EL AMOR CONTIGO (RELATO)

La profesora de lengua se llamaba Yolanda. Yolanda era joven, bella y sexi. Varios de sus alumnos varones y también alguna hembra, estaban enamorados de ella.

Manu era uno de ellos. Más valiente que los demás, un día, sentado en su pupitre esperó a que se hubiesen marchado todos sus compañeros para con voz temblorosa de emoción, adorándola con la mirada, decirle a la profesora trabucándose:

—Quiero hacer el amor contigo.

La educadora no se alteró. No era este el primer varón que se había dirigido a ella en términos parecidos. Sonrió maliciosamente y dijo:

—Cuando llegues a tu casa vas a coger una libreta y escribir de tu puño y letra cien veces la frase: Quiero hacer el amor contigo. Si no me presentas mañana esas cien frases escritas, daré parte al director, de tu indecencia, y seguramente serás expulsado del colegio y se informará a tus padres de que el motivo de tu expulsión ha sido esta falta de respeto que has cometido conmigo.

—Esto es un abuso —se quejó Manu que, acostumbrado a escribir en el teclado del ordenador odiaba escribir a mano.

—El abuso es la inmoralidad de tu frase, pues por ser yo tu prefesora me debes un respeto total, y me lo acabas de faltar.

Ella mostraba más seriedad que severidad, pues a la hora de juzgar a sus alumnos trataba de recordar su no tan lejana adolescencia.

Manu abandonó el colegio cabizbajo, mohíno, y juzgó: <<Esto me ha pasado por hacer caso a mi madre en lo de ser claro y sincero cuando exponga mis sentimientos>>.

Al día siguiente, Yolanda, esperó a que estuviesen sentados sus alumnos para, dirigiéndose a Manu decirle:

—¿Has traído lo que te encargué ayer?

Él, rojo de vergüenza, se acercó a la mesa de la maestra y le entregó la libreta donde había escrito cien veces: Quiero hacer el amor contigo. Se la entregó sin mirarla, para que ella no pudiese leer en sus ojos la tirria que le había cogido.

—Gracias. Puedes volver a tu sitio.

Yolanda comprobó pasando rápidamente varias páginas que él había cumplido lo exigido por ella. Se levantó entonces, se acercó a la pizarra y escribió en ella: Quiero hacer el amor contigo. Luego se volvió quedando frente a sus alumnos y les expuso:

—Hoy quiero que os centréis sobre esta frase que me sugirió el alumno Manu González y que yo acabo de escribir en la pizarra.

Las miradas de todos los presentes cayeron sobre el mencionado por ella.  Manu enrojeció sintiéndose humillado. Sus compañeros expusieron lo que aquella frase les sugería. Para unos era lo que se dice la noche de bodas, para otros en la visita a los burdeles, para unos terceros que podía ser un piropo grosero.

Cuando se terminaron las apreciaciones, la señorita Yolanda le preguntó al malhumorado protagonista de aquella frase:

—¿Y para ti, Manu González, que significa esta frase?

Con la cara roja como la grana, pero con osadía y pasión él contestó:

—Para mí significa una declaración de amor.

Tuvo mucho éxito su juicio, y algunos le aplaudieron. La señorita Yolanda, sonriendo encantadoramente acepto:

—Sí, también podría ser esa frase una declaración de amor.

Durante el recreo, varias de las niñas que nunca le habían hecho caso rodearon a Manu queriendo saber por qué había propuesto aquella frase a la profesora y si él la había empleado con alguna chica.

Manu nunca había sido tan popular como en aquellos momentos. Quizás otro se lo habría agradecido a la pedagoga, pero él se inclinó por la venganza y el día siguiente le entregó una libreta en la que había escrito cien veces: Ahora te odio.

Al leer esto, la educadora riendo para sus adentros marchó hasta la pizarra y después de escribir la frase: Ahora te odio, se dirigió al alumnado y propuso:

—Veamos lo que os sugiere esta frase que me ha sugerido otro alumno muy tímido que me ha pedido quedar en el anonimato.

Esta vez la mirada que Manu dirigió a la señorita Yolanda fue otra vez de adoración.

La adolescencia es una época de la vida en la que todo es posible, todo es cambiable, cualquier cosa puede parecer horrible, cualquier cosa puede parecer maravillosa.

El año siguiente Manu González tuvo otra profesora de lengua que también poseía notorio atractivo, pero en él había arraigado la fidelidad y continuaba enamorado de la señorita Yolanda. Y con frecuencia se acordaba de ella en momentos en que debía centrarse en la persona a la que de veras estaba haciendo el amor.

(Copyright Andrés Fornells)

Read more