POR CULPA DE LA CRISIS (RELATO)
Paco Pelotillas era lo que la clase pudiente suele llamar “un desgraciado”. Sin apenas estudios, que poca falta les hace tenerlos a los que no poseen ni la intención ni la indecencia necesarias para engañar a los demás, estuvo empleándose en esas tareas que casi nadie quiere: enterrar muertos, vaciar letrinas y limpiar la caca que liberan los animales del zoo para que los niños ricos que van a verlos y a admirarlos no se traumaticen pasando asco.
Pero llegó la crisis y a Paco Pelotillas le pasó por encima igual que un tráiler cargado de palés con ladrillos de plomo, y ya ni en los trabajos más sucios y denigrantes pudo colocarse porque ya estaban colocados otros obreros procedentes de países que llevan siglos en crisis perpetua y andan cerca de conseguir el prodigio de sobrevivir sin comer.
Como Paco Pelotillas no fue capaz de dejarse morir (la vida, al muy inocente de él todavía le parecía cosa digna de amarrarse a ella), para poder comer vendió sus dientes, vendió su pelo, vendió su riñón izquierdo (porque él, sin haberse parado nunca a reflexionarlo, se creía de derechas) y finalmente, cuando ya había vendido todo lo que de su cuerpo podía interesar a los que podían comprarlo, no le quedó más remedio que vender su alma al diablo.
No me pararé a juzgar si hizo bien o hizo mal, porque lo único que recuerdo de la Biblia es: “No juzgues y no serás juzgado”. Bonito, ¿no?
Bueno a lo que iba. Después de venderle el alma a ese ente maligno de los cuernos, rabo y pezuñas, Paco Pelotillas se convirtió en lo que la sociedad llama un delincuente. Y parece que acertó al realizar esta conversión. Actualmente Paco PelotillaS recibe a cuenta de los contribuyentes: tres comidas diarias gratis, ropa limpia gratis, cama gratis, calefacción gratis, televisión gratis, y lo único que ha perdido es, no andar por las calles mugriento, desarrapado, pasando frío, pasando hambre y siendo mal mirado por los que no quieren a los pobres ni tampoco serlo.