PARA SOLTERAS DE LARGA DURACIÓN, QUE DESEAN DEJAR DE SERLO (RELATITO)

PARA SOLTERAS DE LARGA DURACIÓN, QUE DESEAN DEJAR DE SERLO (RELATITO)

        Queridas amigas que formáis parte de este grupo de solteras de larga duración y abrigáis el anhelo de pertenecer al grupo de las bien casadas, me tomo la libertad de abriros una puertecita a la esperanza.

Dentro de este abigarrado jardín del mundo, a vosotras, las mujeres, os tocó ser las flores. La gran mayoría de los hombres que, para mala suerte suya no ve más allá de sus ojos, suele escoger de entre vosotras las, en apariencia, más bellas. Pero existe asimismo una minoría de hombres, de exquisita sensibilidad y talento, que os escogerán por la otra belleza, la belleza de vuestros sentimientos, inteligencia y diligencia. Mujeres relativamente bellas, o sexis, o maduras, cuando os flaquee la paciencia, la esperanza, las ansias de maternidad, acordaos del santo Job.

        Este santo varón y admirable devoto, pasó de la riqueza a la miseria, y de la salud a la enfermedad. Y él lo soportó todo con extraordinaria resignación y admirable entereza. Un día, cuando más desesperado se hallaba, el demonio aprovechó para acercarse a él y tentarle:

        —Job, amigo, admirable ser humano, emplea tu extraordinaria inteligencia y deja de orar a Dios, aborrécele, y yo te devolveré todo lo que has perdido: riqueza, salud, familia, amigos, y, además, doblado.

Job reaccionó con altanería, enojo e indestructible fidelidad al Ser Supremo:

        —¡Fuera, lejos de mí, espíritu maligno! Yo seguiré teniendo paciencia y amando a Dios sobre todas las demás cosas del mundo!

        También la mujer de Job, que lo había abandonado junto a los demás familiares y criados, regresó un momento junto a él para aconsejarle, para suplicarle, que hiciera caso al demonio:

         —No seas necio, ni obcecado ni fiel a Quien te tiene abandonado, y acepta la magnífica propuesta que te ha hecho Satanás. La fidelidad es cosa antigua, nada práctica y muy pasada de moda.

          Job rechazó el consejo de su interesada consorte, recordándole que habían tenido ochenta años de salud y abundancia, y que siete años de miseria y enfermedad no era para desesperarse y renegar del Todopoderoso.

         Una noche Job gastó las últimas fuerzas que le quedaban en subir a la cumbre de la montaña y decirle a Dios, con infinita aflicción, que estaba tan enfermo, tan muerto de sed que ya ni fuerzas tenía para rezarle. Entonces el Creador le indicó:

         —Golpea el suelo con tu pie y brotará agua fresca para que puedas lavarte y calmar tu abrasante sed

         En efecto, este admirable anciano golpeó el suelo con su pie y al instante brotó gran cantidad de agua con la que primero sació su sed y después se puso a lavar su cuerpo comprobando, maravillado, que sus heridas se curaban con este líquido y él volvía a estar de nuevo sano.

         Y Dios premió su paciencia y su fe devolviéndole todos los bienes que había perdido, además de la salud.

         Habrá personas que, por su condición de incrédulos, este breve relato mío no les servirá de nada. A mí sí me ha servido. Me ha servido para exponer un ejemplo de paciencia extrema que una persona tuvo en la historia de la Humanidad y que fue un excelente ejemplo para todos. 

Entonces, queridas mujeres que aspiráis al himeneo y a la maternidad, tened paciencia porque a veces, como le ocurrió al paciente Job: aquello que la desesperanza os presente como imposible, puede dar un extraordinario vuelco y ser posible.

(Copyright Andrés Fornells)

 

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