En un bloque de pisos de la zona más marginal de Harlem, un vecino escuchó gritos de terror en la vivienda situada junto a la suya y llamó, inmediatamente, por teléfono, al inspector Timothy Whatson, con el que mantenía una buena amistad, y que poseía un pequeño apartamento situado en
Microrrelato
Al descubrir que la playa había desaparecido,las olas se detuvieron a tiempo, y muy preocupadas se preguntaron: ¿Dónde podremos ahora rascar nuestros lomos, murmurar historias sobre la arena y vestirnos de blanca espuma? Tuvieron suerte, el pintor que borrado la playa por considerar que no le había salido bien,
Un día, mientras jugaban los dos al parchís, Renato le preguntó a Remedios, su madre: —Mamá, ¿cómo sabré yo si me he enamorado de verdad de una chica, o no? Remedios sacó un tres, comió una ficha a su hijo, avanzó veinte casillas y respondió: —Lo sabrás muy fácil. Habitualmente
Microrrelato
El niño acababa de despertarse. Parpadeó repetidas veces para acostumbrar sus ojos a la claridad de la mañana. Bostezó, se desperezó, corrió hacia la destartalada ventana y la abrió para que sus ojos se recrearan con el entrañable escenario que venían gozando desde su venida al mundo. La playa sucia,
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Esperanza Gutiérrez ha sido toda su vida una mujer crédula, confiada y formal. Una mujer de esas que cuando dan su palabra, la cumplen a rajatabla. Pero, como todo en este mundo tiene su fecha de caducidad, ella finalmente se ha cansado de esperar durante años frente al mar. Se
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Dos amigas que han estado realizando compras, cada una por su lado, se encuentran en una calle céntrica. Muestran genuino contento. Las dos llevan poco tiempo casadas. Deciden sentarse en una terraza, charlar y tomar un refresco. Mientras esperan ser servidas, se hacen confidencias. —¿Cómo va tu matrimonio, Lita? —pregunta
Anselmo Tinaja nació increíblemente tímido. De niño cuando salía a la calle cogido de la mano de su madre, en cuanto alguna persona conocida le dirigía la palabra demostrándole amabilidad, él se ponía colorado, metía el dedito índice dentro de su boca y se refugiaba detrás del corpulento cuerpo de
Empezaré avisando de que yo no tengo demostración ninguna de que esto que voy a contar a continuación consiga resultados ciertos, pues yo no he puesto en práctica este amarre por ser yo uno de los afortunados que ha encontrado el amor por el sistema antediluviano de cortejar con cortesía,
Hubo una vez un país muy privilegiado. Poseía hermosos paisajes, variada climatología, una tierra fértil y generosa, varias lenguas diferentes heredadas y numerosas tradiciones que enriquecían su cultura. Sus habitantes eran, a excepción de los políticos, personas trabajadoras, amantes de sus fiestas y poseedoras de un notable sentido del humor.
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La vio salir de una tienda y, al instante su corazón enloqueció. Pudo sentirlo dentro de su pecho advertirle, a golpes de trueno, que aquella era la mujer de su vida. La mujer con la que había soñado infinidad de veces. Decidió seguirla. Un sabio presentimiento, le avisó de que
Vivimos tiempos en los que, por encima de cosas infinitamente más importantes, impera la moda. La perversa, superficial y contagiosa moda. La moda ordena llevar pantalones rotos, pues todos a romperlos o comprarlos ya rotos. La moda dispone que mola ponerse el bañador del revés, pues todos los seguidores de
Alfredo y Rosendo, dos amigos de toda la vida, acababan de sentarse en la terraza de un céntrico bar y pedidos dos cafés. Hacía uno de esos hermosos días de primavera. Lucía un sol resplandeciente y el cielo estaba pintado de intenso color azul turquesa. Había subido considerablemente la temperatura