NO ENFADAR AL HOMBRE FORZUDO (MICRORRELATO)

NO ENFADAR AL HOMBRE FORZUDO
(Copyright Andrés Fornells)
Esto fue algo que aprendieron muy bien y pagando un alto precio los filisteos cuando cometieron el error de, con la ayuda de la traidora y bella Dalila, coger preso a Sansón y encadenarlo a las más gruesas e importantes columnas de su magnífico templo. A Sansón no le gustó nada que la hermosa Dalila lo engañase, y todavía le gustó menos que lo encadenaran.
Así que concentró en sus poderosos brazos toda la colosal fuerza que poseía y consiguió derrumbar las columnas y con ello se viniese abajo, por completo, el admirable templo de los fariseos. Realizada esta gesta demostrativa de su extraordinaria musculatura, Sansón buscó a la embaucadora Dalila, le cortó el pelo al cero y con esos cabellos suyos él se hizo una peluca con la que estuvo guapísimo. A él, a Sansón, debemos este invento altamente decorativo que tanto le han agradecido todos los calvos de este mundo que lucen pelucas, sin complejos, y todas las famosas que les da pereza peinarse y asimismo salir siempre con los mismos pelos.

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