MI PREMIO NOBEL IMPOSIBLE (MICRORRELATO)


(Copyright Andrés Fornells)
Con una escoba en mis manos yo estaba barriendo la acera de la tienda de recambios de automóvil donde llevaba trabajando una semana. Un compañero de universidad al que yo, a cambio de unos bocadillos, había ayudado a mejorar sus notas, detuvo junto al bordillo de la acera el flamante Ferrari que conducía, regalo de su acaudalado papá, y me dijo con voz cargada de sarcasmo:
—¿Qué estás haciendo aquí, ex compañero de estudios?
—Reforzando mis manos para que me ayuden a ganar el próximo Nobel de literatura —le respondí refrenando mis ganas de insultarle.
Él se marchó riendo, tan incrédulo como yo mismo de que llegase algún día a conseguir una meta imposible para mí. Acababan de girar la esquina él y su lujoso coche, cuando el negrero de mi jefe llegó con sus pasitos cortos y su bamboleante barriga cervecera y me reprendió:
—Mucho retraso llevas hoy: ¡espabila, hombre!
Esperé a que se alejara, y no pudiese oírme, para decir:
—Cuando yo consiga el premio Nobel de literatura, bien que presumirás entre tus amistades de que yo trabajé para ti, ¡verdugo!
Una gaviota de esas que tienen la mala costumbre de alejarse algunos metros del mar hizo diana en mi cabeza con algo que no quería seguir conservando dentro de su estómago. Otro menos acostumbrado que yo, al infortunio, quizás le habría echado un montón de maldiciones, a mí me dio por reír y, tres escobazos más lejos, me encontré una moneda de dos euros.