MI ABUELA Y SU AMIGA TERE ERAN FELICES (VIVENCIAS MÍAS)

MI ABUELA Y SU AMIGA TERE ERAN FELICES  (VIVENCIAS MÍAS)

Mi abuela Rosa tenía una amiga de toda la vida, llamada Tere. Las dos conseguían llegar con no pocos sacrificios y privaciones a final de mes, estirando como si fuese un chicle la miserable pensión que cobraban.

La ropa que llevaban puesta la confeccionaban ellas mismas, con tela que compraban en el Mercadillo.  Seguramente empleaban en la elaboración de esas prendas, más entusiasmo que arte pues recuerdo que las faldas de los vestidos de mi abuela solían ser más largas por delante que por detrás, pues por delante la cubrían las rodillas mientras por atrás le quedaban visibles las corvas. Los vestidos les venían siempre holgados, pues decían burlándose: <<A nosotras ya nos cuelga todo, como esos farolillos de la Navidad>>.

Los domingos solían pasarlos enteros en el centro de la ciudad. Las mañanas las empleaban caminando, viendo jardines y avenidas y sentándose en bancos cuando se sentían cansadas. Como el dinero no les alcanzaba para a comer a una tasca barata, buscaban un sitio bonito para comerse el bocadillo y beberse la botellita de agua que se habían traído con ellas.

Su lugar favorito era un curtidor muy grande que había en la Plaza Mayor. Un día le pregunté a mi abuela porque escogían este lugar y me respondió riendo: <<Ver ese surtidor nos hace pensar en la vida. Cuando eres joven subes y subes y, cuando eres viejo, bajas y bajas>>.

Por la tarde ellas dos se metían en un cine donde echaban una película romántica, sentimental, triste. Si la película conseguía hacerlas llorar la calificaban de buenísima, y si las normas del cine lo permitían, se quedaban a verla dos veces.

Las dos habían sido maltratadas por la vida. Mi abuela con la muerte de mi abuelo por una enfermedad incurable, cuando era muy joven todavía, y su amiga Tere quedó viuda por la muerte de su marido al caerse él desde un andamio cuando pintaba la fachada de un edificio muy alto.

Los días que me siento melancólico o algo deprimido me acuerdo siempre de estas dos ancianas que por saber valorar el poco jugo que le sacaban a la vida suya, tengo la convicción de que eran felices, algo que no está al alcance de quienes no nos conformamos con lo poco o mucho bueno que tenemos por ambicionar siempre muchísimo más.

(Copyright Andres Fornells)