LOS PODERES SOBRENATURALES DE MI PRIMA AGRIPINA (MICRORRELATO)
(Copyright Andrés Fornells)
Decían de mi prima Agripina que tenía poderes sobrenaturales. Un día en que me acerqué a su casa a preguntarle cómo estaba pues llevaba yo un tiempo sin verla, me aseguró que estaba muy bien y distrayéndose con la limpieza de una escoba, de la que decían haberla visto barriendo sola. Le mencioné a mi prima lo que algunos decían de ella y le quitó toda importancia:
—La gente que habla por hablar, primo. Toma te regalo este cactus.
Le di las gracias, dos besos en las mejillas y un adiós.
El cactus fue cactus durante una semana. A la semana siguiente se convirtió en un geranio. Bastante sorprendido fui a casa de mi prima Agripina y le conté el extraño fenómeno que le había ocurrido a su regalo.
—Eso es que no lo miraste bien, primo. Vuelve a tu casa y míralo de nuevo.
Fui a mi casa y lo que yo había visto como geranio al marcharme, era de nuevo, a mi vuelta, un cactus.
A partir de este hecho yo me sumé a los que decían que mi prima Agripina tenía poderes sobrenaturales. Temeroso de estos poderes suyos dejé de visitar a mi prima Agripina. Debió tomárselo a mal porque un día desapareció la maceta con el cactus, y una vecina me aseguró que la había visto alejarse, volando, de mi casa.
—¿Cómo volaba? —le pregunté a esa vecina.
—Le habían salido alas al tiesto.
Voy a visitar de nuevo a mi prima Agripina y pedirle me devuelva el cactus, me había encariñado con él. Sus pinchos me recordaban la barba de mi abuelo Silvino al que yo siempre quise muchísimo.