LOS ESTÚPIDOS NO PUEDEN SER FELICES (RELATO)

LOS ESTÚPIDOS NO PUEDEN SER FELICES (RELATO)

Cretino Bajones la vio salir de una tienda de bisutería y quedó fulminantemente maravillado. Era la chica más bella que jamás vieron sus ojos de color indefinido. Su corazón, con voz atronadora, le comunicó que esta hermosa joven era la mujer de su vida. Era la mujer con la que había soñado infinidad de veces y anhelado tanto encontrar.

Decidió seguirla. Una sabia advertencia invadió su mente: “Si la pierdes vas a lamentarlo el resto de tu vida”.

Cretino había escuchado decir a alguien considerado sabio, por muchos, que las cosas realmente importantes deben ser aprovechadas cuando se presentan, pues no suelen repetirse con frecuencia.

Se mantuvo a corta distancia de ella, admirando su escultural figura y su elegancia de movimientos, mientras buscaba palabras que sirvieran para impresionarla, para seducirla, para enamorarla.

Ella se detuvo junto a la marquesina de la parada del autobús. Él también. Cretino comprendió que era el momento de actuar, o se arrepentiría el resto de su existencia. Se situó delante de ella. Los bellos ojos violetas de la joven le dirigieron una mirada interrogante. Trabucándose, Cretino le dijo:

—Señorita, llevo toda mi vida buscándola y, en este instante, acaba de producirse el milagro de haberla encontrado.

Ella le dirigió la más luminosa sonrisa que él había visto jamás en boca femenina alguna, y respondió ilusionada.

—Que maravillosa casualidad, yo también llevaba toda mi vida buscándole.

Cretino sintió de repente que las olas de la duda lo empujaban en otra dirección. Y sufrió el estúpido temor de haberse equivocado con ella, por lo que tartamudeando añadió:

—Perdone. Pero no es en esta parada donde se detiene el autobús que yo necesito.

Y el muy imbécil se marchó, presuroso, dejando atrás su futura felicidad y la de ella.

Cuando me contaron esta historia me pregunté si el nombre que nos ponen al nacer influye o no en cómo nos comportamos a lo largo de nuestra vida. ¿Debía yo considerarme favorecido por llamarme Fortunato?

(Copyright Andrés Fornells)

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