LA MILAGROSA INTERVENCIÓN DEL HADA SILVERMIST

LA MILAGROSA INTERVENCIÓN DEL HADA SILVERMIST

El agua sin contaminar es un elemento maravilloso, imprescindible para todos los seres vivos. Es un agua que purifica, limpia y cura. Pero el agua contaminada, y lo mismo en grandes cantidades, aunque no lo esté, también puede matar. Solo mata a los seres normales, claro, pues como saben quienes conocen uno de los secretos mejor guardados del mundo, existen desde tiempo inmemorial en el fondo de lagos, ríos y mares, fabulosas ciudades habitadas por duendes y hadas que viven tan ricamente en las profundidades, igual que el resto de los mortales lo hacemos al aire libre sobre la corteza terrestre. Una de las hadas más conocidas que moran estos reinos acuáticos es la bellísima y bondadosa hada del agua, Silvermist.

Os voy a contar una historia en la que la intervención del hada Silvermist fue realmente milagrosa.

Cierta noche, muy oscura y nublada, viajaban en un pequeño utilitario una madre y una hija. Pretendían ir a visitar a un familiar que se había cambiado de casa y ciudad recientemente. Ellas nunca habían estado allí antes. La mujer que conducía el coche se guiaba por un GPS bastante antiguo. Todo fue bien hasta que llegaron a una zona de carretera que estaba en obras y donde la que ellas habían seguido hasta allí se dividía en varias bifurcaciones.  El GPS antiguo no podía ayudar a la conductora en esta complicación, por lo que la mala suerte quiso que la atribulada mujer escogiera una vieja carretera que llevaba bastante tiempo cortada y, cuando quiso darse cuenta del peligro que corría, ya estaban volando ella y su niña con el vehículo hacia un gran lago dentro de cuyas aguas cayeron. El automóvil comenzó a hundirse rápidamente.

Cuando comprobaron que no eran capaces de abrir ninguna de las puertas del vehículo, madre e hija, aterradas, empezaron a rezar pidiendo ayuda divina. El coche llegó al fondo del lago.

Esta mujer y su niña habrían muerto irremisiblemente de no haber acontecido la milagrosa intervención del hada Silvermist que, siendo testigo de su desgracia, tras abrir las ventanillas las sacó del interior del utilitario, y haciendo uso de sus bonitas alas multicolores las transportó por el aire hasta un lugar seguro de la orilla.

Las dos personas que ella acababa de salvar le mostraron inmenso y sentido agradecimiento, y le preguntaron cómo podían pagarle el maravilloso favor de haberles salvado la vida. Entonces este bellísimo ser sobrenatural, esbozó una dulce sonrisa y, al tiempo que agitaba con gran rapidez sus alas mojadas para que con este veloz movimiento se secaran, les dijo:

—Me sentiré bien pagada si vosotras, cada vez que os veáis en la situación de poder ayudar a alguien, lo hagáis de inmediato.

Desde aquel día en que madre e hija podían decir que habían vuelto a nacer, nunca dejan de prestar ayuda a toda aquella persona que la necesita.