LA ETERNA GUERRA ENTRE EL AMOR Y EL ODIO (PÍLDORAS FILOSÓFICAS)
(Copyright Andrés Fornells)
Desde que el ser humano apareció en nuestro planeta, fuese cuando fuese, pues, aunque se nos ha impuesto la teoría de Darwin, hay investigadores que aseguran haber encontrado pruebas de que los humanos existíamos tantos millones de años atrás que estuvimos conviviendo con los dinosaurios. Estén en lo cierto unos u otros, lo que es evidente y constatable diariamente, es que los humanos somos unos seres híbridos desde el comienzo de nuestra existencia, pues estamos compuestos de dos mitades principales, una mitad hecha de amor, y la otra mitad hecha de odio.
Estas dos mitades se hallan en perpetua liza y trata cada una de ellas imponerse y destruir a la otra.
Cuando se impone la mitad del amor, los humanos construyen auténticas maravillas con sus manos y con sus pensamientos. Cuando se impone la mitad del odio, los humanos destruyen todo lo bello que construyó el amor, tanto empleando sus criminales manos como sus crimina-les pensamientos.
Esto explica la situación política que en la actualidad viven muchos desdichados países que podrían ser infinitamente más prósperos, solidarios y justos de lo que son.
Refiriéndome al nuestro, por ser el que yo mejor conozco, es el odio la escalera que la gran mayoría de nuestros políticos emplean en su ambición de llegar a lo más alto del poder. Ese odio de los políticos va destruyendo de manera sistemática, estúpida y malvada lo poco o mucho bueno que crearon políticos anteriores que no pertenecían a su mismo bando. Y con esta vil e insensata conducta es imposible que los países encuentren la equidad, la justicia social y la prosperidad.
La razón de este breve y modestísimo escrito es que del veneno que sueltan por sus subversivas bocas esos políticos del odio, se expande un vaho ponzoñoso que nos dificulta respirar el vivificador aire de la paz, la prosperidad y la libertad a los que no estamos contaminados del odio que generan ellos.
Nada más, y ojalá existiese un Dios que pudiese apiadarse de todos los humanos de buena voluntad, salvarles y premiarles con una existencia más sana, constructiva y feliz.