EL PARTIDO POLÍTICO MÁS GUAY DE TODOS (MICRORRELATO)
Torcuato Pandereta elevó la vista hacia el llamativo letrero colgado encima de la puerta de entrada al edificio y, con la dificultad que le presentaban la lectura y otras materias culturales consiguió leer lo que ponía y exclamar para sí, muy satisfecho, pintándose una expresión de ciudadano listo en su cara, una copia casi exacta de la de Pedro Picapiedra:
—Aquí es donde yo quiero estar.
No tuvo que empujar la puerta porque la encontró abierta, circunstancia lógica pues se trataba de un partido político cuya consigna principal era: “To claro. Aquí no hay trampa ni cartón”.
Detrás de un mostrador pringoso había una chica cuya cara habría embelesado a Picasso en su época cubista, entretenida en hacer globitos con el chicle alojado en su boca trompetera. Hizo estallar uno de ellos, para a continuación preguntar al recién llegado poniendo cara de asco y sin demostrarle el más mínimo interés:
—¿Qué hay, tío?
—Aquí estoy, porque he venido. Quiero apuntarme al partido de vosotros, tía, al partido guay.
Ella dobló el cuerpo hacia él y tras olerlo sentenció:
—Perfecto. Hueles a sudor muy antiguo.
—Ahorro agua. Pienso en el futuro de la humanidad, no como otros despilfarradores que solo piensan en ellos y se duchan dos veces al día.
—Perfecto. ¿Odias a alguien?
—A muchísima gente. En especial a todos los que poseen en propiedad un euro más que yo.
—Perfecto. En adelante vivirás a costa de los que se duchan dos veces todos los días y además de ducharse trabajan para que nosotros podamos odiarlos. Aquí tendrás tu hogar político de ahora en adelante. Te apunto. ¿Nombre y apellidos?
Después de dar esta información, Torcuato Pandereta quiso saber:
—¿Qué día cobraré?
—A final de mes.
—¿Y cuánto cobraré?
—Eso dependerá de la mayor o menor necesidad que tenga de nuestros votos el partido corrupto que está en el poder y al que tenemos la obligación de ayudar, aunque nos patee las tripas.
—¿Y cómo podré ayudar yo a nuestro partido?
—Gritando por todas partes que los que se duchan dos veces cada día son unos fascistas y unos fachas y que si ellos llegasen al poder este país se arruinaría.
—¿Es eso cierto?
—No, pero cuela. A este país los únicos que podemos arruinarlo somos nosotros, los del partido guay.
—Joer, nada existe en este mundo más guay que ser del partido guay.
—Nada existe más verdadero y auténtico.
—¿Puedo emplear el servicio? Me ha entrado una necesidad.
—Puedes emplearlo.
El recién afiliado entró en el servicio y salió enseguida quejándose:
—Está de mierda hasta arriba. ¿Por qué no lo limpian?
—Límpialo tú si tiene ganas.
—Sí, hombre, llego el último y voy a limpiar yo la mierda que han dejado otros muchos. Volveré al final de mes a cobrar lo que nos darán esos que necesitan nuestros votos para seguir gobernando.