ÉL ERA CETÓLOGO (RELATO NEGRO)
La mujer estaba gordísima y esta circunstancia le había significado sufrir una enorme cantidad de burlas, ofensas y humillaciones a lo largo de toda su vida. El sufrimiento padecido y que seguía padeciendo habían convertido a esta mujer en una persona extremadamente susceptible, furibunda y peligrosa.
Una tarde, sus vecinos, alarmados porque habían escuchado disparos en su apartamento, avisaron de este hecho a la comisaría más cercana.
Diez minutos más tarde, el inspector Ramírez se presentó en la vivienda donde habían tenido lugar los disparos y se encontró, a la mujer exageradamente gorda con un revólver en su mano y, tendido en el suelo, a sus pies, a un hombre muerto por las balas disparadas por ella. El agente la desarmó sin necesidad de emplear la fuerza y le hizo la pregunta pertinente:
—¿Por qué ha matado usted a este hombre?
—Porque he descubierto que yo le interesaba únicamente porque él era un cetólogo.
El inspector Ramírez puso cara de ignorancia y preguntó dispuesto a aprender:
—¿Qué es un cetólogo?
—Uno de esos individuos que estudian a las ballenas, y el muy canalla me estaba estudiando a mí.
Al escuchar esto el policía tuvo el convencimiento de que se las había con una demente. Y por medio del teléfono móvil llamó a la comisaría y ordenó:
—Envíen al domicilio que voy a indicarles a continuación un camión grande, pero muy grande, para que pueda llevarse a una culpable de homicidio.
Furiosísima, la mujer muy obesa le gritó:
—¡Devuélvame el revólver que lo voy a matar a usted también por ofenderme!
Lógicamente el inspector Ramirez, que siempre había sido un hombre muy precavido y bien dispuesto a seguir siéndolo, no le devolvió el arma.
Moraleja: Nunca te ensañes con los defectos físicos de nadie porque puedes encontrarte con un castigo desproporcionado.
(Copyright Andrés Fornells)
