DIVINA INOCENCIA (RELATO ERÓTICO)

DIVINA INOCENCIA (RELATO ERÓTICO)

DIVINA INOCENCIA

(Copyright Andrés Fornells)

La niña saltaba a la comba en el jardín. Tenía las piernas largas y ágiles, los calcetines caídos y su pelo, recogido en cola de caballo, pintaba con los movimientos de ella garabatos en el aire de una mañana primaveral. La niña sonreía. La niña era feliz sin saber porque lo era, que es la mejor manera de serlo.

Su hermano pequeño, pantalones caídos, faldones de la camisa fuera, manchas de chocolate en la cara y buscándose, con un índice muy entrenado, cosas dentro de una fosa nasal, se reunió con ella y le explicó intrigado:

—¡Lupita! Acabo de mirar por el ojo de la cerradura del cuarto de la criada y he visto que papá la tenía atada a la cama y estaba sentado encima de ella. ¿Por qué crees tú que le estará haciendo eso a Lola?

El niño, expectante, ya encontró lo que buscaba en el interior de su nariz y le está dando forma redonda entre el pulgar y el índice. La niña pierde comba, pisa la cuerdecita y reflexiona.

—Seguramente papá la ha atado para que Lola no se vaya —discurre por fin Lupita—. Mamá siempre dice que no quedan criadas tan buenas como Lola, y que si ella se va no encontraremos ninguna ni la mitad de buena que ella.

El niño asiente enérgicamente con su cabeza despeluchada. Cree haber comprendido.

—¡Ah! pues será eso. La última vez que he mirado por el ojo de la cerradura, papá estaba muy cariñoso con ella y ella con él. En algunos momentos se abrazaban muy fuertemente y gritaban: <<¡Sigue, sigue, no te pares!>>.

—Esto tenemos que decírselo a mamá. Verás que contenta se pone —la niña dándole a la comba de nuevo, y el niño dedicándose a explorar el otro agujero nasal, mostrando en una amplia, admirada sonrisa, que está totalmente de acuerdo con su hermana. ¡Qué lista es Lupita!

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