ABUELO, NO ENTIENDO QUE TE APASIONE TANTO EL FÚTBOL (MICRORRELATO)
- –Abuelo, no entiendo que te apasione tanto el fútbol.
- El anciano dirigió una mirada de cansancio al nieto que, en un tono de crítica, le había dirigido estas palabras. El hombre mayor le respondió con mal reprimida amargura:
—Tú no lo entiendes porque tú nunca has pasado hambre ni has ido descalzo.
—Abuelo, no me cuentes penas antiguas. Me aburren. Los tiempos han cambiado y tú parece que no quieres hacerlo —algo desdeñoso el chiquillo.
Escuchándole, el anciano añadió a la amargura que sentía, el enojo que con estas últimas palabras y con su actitud le estaba despertando el pequeño. Se controló, no obstante. Pensó que de haber vivido él la misma existencia que ahora estaba viviendo el pequeño, seguramente también él hubiese obrado con la misma ignorancia e insolencia.
—Esas penas antiguas, no las estás pasando tú porque tu padre y yo trabajamos de sol a sol, tomamos parte en huelgas y en manifestaciones de protesta recibiendo palos de la policía y, al final conseguimos que tu presente haya sido infinitamente mejor que el que tuvimos nosotros, aunque sigan pendientes muchas reivindicaciones, e injusticias que espero seáis capaces de cambiar, tu generación y las generaciones venideras. Pero me has hecho una pregunta y te la voy a responder. Me apasiona tanto el fútbol porque cuando yo era niño pasaba hambre, iba medio desnudo y descalzo y la única diversión que teñíamos los niños pobres de mi tiempo era jugar al fútbol con una pelota hecha de trapos o de papeles, por nuestros padres que, no ganando lo suficiente para darnos de comer lo bastante para satisfacer nuestra hambre, tampoco tenían dinero para comprarnos una pelota de verdad. Y ahora que ya te lo he explicado, coge ese balón del mundial que la abuela y yo te compramos con nuestros exiguos y sacrificados ahorros, y vete a la calle a jugar.
El niño obedeció sintiendo lástima de su abuelo al que no comprendía, pero sí compadecía por estar siempre triste, amargado y taciturno. - MORALEJA: Lo que no cuesta conseguir, nunca se sabe reconocer, valorar ni agradecer.