COMO SE HACEN RICOS ALGUNOS SINVERGÜENZAS (ACTUALIDAD)
(Copyright Andrés Fornells)
Un hombre se presentó en una aldea en la que nunca había estado antes y ofreció a sus habitantes 100 euros por cada burro que le vendieran. Y buena parte de la población le vendió sus animales.
Al día siguiente volvió el hombre y ofreció mejor precio: 150 euros por cada burrito. Otra buena parte de la población vendió los suyos.
El mismo hombre volvió un día después y ofreció 300 euros por burro. El resto de la gente le vendió los últimos animales que les quedaban.
Al ver que no había más burros disponibles, el comprador ofreció 500 euros por cada burrito, dando a entender que los compraría a la semana siguiente, y se marchó.
Al día siguiente envió a la aldea a su ayudante con los burros que había comprado para que los ofreciera a 400 euros cada uno. Ante la ganancia que esperaban obtener a la semana siguiente, los aldeanos compraron los burros a 400 euros. Pensando en el negocio, aquel de ellos que no tenía dinero, lo pidió prestado. Y el resultado final fue que compraron todos los burros ofertados.
Como era de esperar, el ayudante desapareció, igual que su jefe, y nunca más se supo de ellos. Resultado: la aldea quedó llena de burros y de endeudados.
Y lo que ocurrió a continuación fue que los aldeanos habían pedido el dinero prestado y, al no poder vender los burros, no pudieron pagar los préstamos. Quienes les habían prestado el dinero se quejaron al ayuntamiento diciendo que si no cobraban, se arruinarían. Los prestamistas se encontraron cobraron, y se encontraron con sus ganancias resueltas y con un montón de deudores a los que seguir cobrando lo que les prestaron más intereses, e incluso adueñándose de los ya devaluados burros con los que nunca llegarían a cubrir toda la deuda y mucha gente se encontró arruinada y sin burro para toda la vida. El ayuntamiento no pudo seguir prestando dinero a sus conciudadanos, pues en vez de darle dinero a éstos se lo dio a los prestamistas. Y los prestamistas, ya cobrada buen parte del dinero que se les debía, no perdonaron las deudas a los del pueblo que siguieron igual de endeudados con ellos.
El alcalde dilapidó así el presupuesto del ayuntamiento, que quedó también endeudado. Entonces pidió dinero a otros ayuntamientos y éstos se negaron a ayudarle porque, como estaba en la ruina, no podría devolver lo que le prestaran. El desenlace final: los listillos que iniciaron el asunto de los burros se habían forrado.