AQUELLA MAÑANA CONTIGO EN UN TRIGAL (MICRORRELATO)
Me volvió a acontecer esta mañana. Una mañana deslumbrantemente soleada. La senda por la que yo caminaba era estrecha, de tierra endurecida por las pisadas de muchísimos pies. El aire olía a esos mil primitivos olores que reúne la naturaleza alejada de la contaminación de las ciudades, de sus industrias y de su tráfico infernal.
Mi caminar era perezoso, ensimismado, sin rumbo. Mis ojos gozaban de todas esas maravillas que nos ofrece el campo: plantas que crecen, plantas secas, árboles que dan frutos, árboles que no los dan, florecillas salvajes, pájaros trinando y bichos que, de vez en cuando te molestan para que seas consciente de que ningún escenario puede ser totalmente perfecto, idílico.
Y al llegar delante de un trigal me detuvo la poderosísima fuerza de un recuerdo tierno, profundo, imborrable. El corazón, más que latirme, cantó. Y gracias a la magia que puede saltarse las leyes del paso tiempo volví a ser muchacho y me revolqué contigo entre las espigas maduras, y volví a verte bañada en oro, y recuperé de nuevo la única felicidad genuina, absoluta, que he conocido a lo largo de toda mi existencia. Porque contigo yo conocí en todo su maravilloso esplendor, en toda su inocencia, en toda su belleza, mi primer amor.
Bebí de tu boca la fragancia tuya, y tú bebiste el embeleso de la boca mía. Nunca habíamos besado a nadie antes. Éramos muy románticos y los dos esperábamos experimentar con esta caricia algo sublime. Y fue todavía más sublime de lo imaginado por nosotros.
Cuando recobraste el aliento dijiste:
—El amor es tan bonito como yo creía que era.
—El amor es lo más hermoso del mundo —dije yo mientras nos entregábamos el alma en una mirada profunda, limpia, ilusionada.
Esta mañana delante de ese trigal, que no era el nuestro, se me han saltado las lágrimas y he pensado que si todas las penas y los desengaños con que me ha baqueteado la vida se me borrasen de golpe, yo me diría que, solo por esa mañana, por esa mañana contigo, me ha merecido la pena vivir.
(Copyright Andrés Fornells)