UNA PIJA EN LOS SANFERMINES (MICRORRELATO)
(Copyright Andrés Fornells)
Móviles de última generación en manos y orejas de dos jovenes de familias acaudaladas.
—Truchi, en ese selfi que me has enviado estás monísima toda de blanco y con ese pañuelito rojo alrededor del cuello.
—Sí, ¡guau! Esos dos colores me han favorecido siempre, ¡guau! ¡Súper!
—¿Y en el encierro de esta mañana has corrido, dices? ¡No me digas que lo has hecho!
—¡Guau! Más que he corrido, he volado. ¡Súper, chica, súper! ¡Y eso que yo iba con tacones de a metro. Se me rompió uno y tuve que continuar la carrera con los zapatos en la mano, descalza, con la falta subida y enseñando mi exigua Cristina Dior. ¡Qué pasada!
—¡Guau! , Grandes los toros, ¿no?
—¡Guau! Grandes como el yate de mi papá. ¡Súper!
—¿Has sentido miedo al correr delante de los toros, Pinky?
—¡Guau!, me he hecho pis. ¡Súper, oye, súper! Y con esos cuernos… ¡Dos tenía cada uno de los toros! ¡Increíble, guau! ¡Enormes! Uno de esos enormes bichos se ha parado delante de mí, a mirarme… ¡Guau! Carne de gallina… Le he sacado la lengua y ha salido corriendo detrás de otros, ¡guau! Bueno, ha sido superdivertido, oye. ¡Para escoñarse! ¡Guau! ¡Para no perdérselo!
—¿Vas a correr en el encierro de mañana?
—¡Guau!, dependerá de si abren o no las tiendas…
—¿Quieres comprarte algún modelito nuevo?
—No, ¡guau!, Quiero comprarme más Cristina Dior. Entre las copas de anoche y el encierro de esta mañana las he ensuciada todas… ¡Súper! ¡Guau! Bueno…
—¡Qué envidia me das, chica!
—No haberte ido a América con el ex guardaespaldas de los Bush, solo porque tiene una lengua antológica.
—¿Te cuento lo que me hace con ella? ¡Es prodigioso! ¡Guau!
La amiga se lo cuenta. Se desencuadernan de la risa que les da a las dos. Son felices. Mucha gente desaprobará que lo sean, por eso tan manido de las diferencias sociales, pero a su manera, lo son. La felicidad es como el sol, caliente a cualquiera que se exponga a sus rayos.
Lo bueno y lo malo de las grandes fiestas es que puede acudir a ellas todo el mundo. No se ejerce el derecho de admisión, como ocurre con discotecas selectas, restaurante y boutiques lujosas, y última estancia en exclusivos mausoleos familiares.