UN NIÑO CREÍA QUE DIOS Y SU MAMÁ ERAN LO MÁS IMPORTANTE DE SU VIDA (Microrrelato)
El niño había rezado fervientemente para que su mamá saliera bien de la grave intervención quirúrgica a la que fue sometida. Y una mañana, después de haber sido ella operada con éxito, le permitieron visitarla. El pequeño sintió, en un principio, algo de miedo e inquietud al verla tan ojerosa y desmejorada, pero cuando ella le sonrió, aunque fue la suya una sonrisa cansada y triste, y le dijo que en pocos días le darían el alta y podría regresar a casa, el pequeño sintió un golpe de alegría que le transformó en ruidoso tambor el corazón.
Su mamá pronto volvería a casa y él no estaría ya más obligado a comer los horribles guisos que preparaba su padre. Su ropa estaría limpia y planchada de nuevo, y la casa estaría también limpia, y la comida estaría buenísima y su cama estaría hecha todos los días, y su cuarto aseado.
La vida, sin su mamá, era espantosa, horrible. En cambio, con su mamá, la vida era perfecta. Ella se cuidaba de guisar estupendamente, de limpiarlo todo y de hacerlo todo.
Para recuperarla, él había rezado muchísimo y el Todopoderoso le había escuchado. El niño nunca se había dado cuenta, antes de que ella enfermara, de lo importantísima que su mamá era en su existencia.
—¿En qué estás pensando, hijo? —preguntó ella después de haber estado observando fijamente y en silencio, durante algunos minutos la gravedad que mostraba su carita infantil.
El niño salió de su ensimismamiento y fue todo lo sincero que los pequeños de su edad suelen ser:
—Estaba pensando en que Dios y las mamás son lo mejor del mundo.
Conmovida la mujer le pidió:
—Ven, cariño, dame un abrazo con cuidado. Aún no estoy bien del todo. ¡Te quiero tanto, tanto! —poniendo el alma en esta exclamación.
Y al sentirse abrazado por ella, el niño cerró los ojos y reconoció que su vida era para él, de nuevo, maravillosa.
(Copyright Andrés Fornells)