UN NIETO Y SU ABUELO ESTABAN DE ACUERDO (MICRORRELATO)
UN NIETO Y SU ABUELO ESTABAN DE ACUERDO
(Copyright Andrés Fornells)
Nolito Gómez era un niño curioso y preguntón. Un día acompañó a su mamá al mercado, vio a una mujer con un niño muy pequeño en brazos y le preguntó:
—Mamá, ¿cómo se consigue un bebé?
La madre, apurada, incapaz de hablarle claramente recurrió a lo que le había dicho su madre a ella cuando tenía más o menos la edad de su hijo ahora:
—Pues se encargan de traerlos una cigüeña en su pico.
Una mañana, paseando con su padre por el parque, Nolito vio a una mujer tirando de un cochecito con un bebé dentro y le preguntó al autor de sus días:
—Papá, ¿cómo se consigue un bebé?
—Los traen de París, como los paquetes de correos —el adulto saliendo así del apuro.
—Pues yo quiero tener uno.
—Tendrás que esperar a ser mayor —le cortó fastidiado su padre, hombre de paciencia bastante corta.
Nada satisfecho con esta solución a tan largo plazo, Nolito le preguntó a su hermano mayor:
Oye, Luis, ¿cómo se consigue un bebé?
—Pues creo que se lo bajan por internet, pero yo no sé cómo lo hacen, ¿eh? —curándose en salud su hermano.
La próxima persona a la que Nolito hizo la misma pregunta fue a la madre de su madre:
—Abuela, ¿Cómo se consigue un bebé?
—Vaya. Empiezas pronto con las preguntas incómodas —contrariada ella—. Pues, ejem, hay unas semillas que las mamás comen y dentro de su vientre crece un bebé. Algo así como aquel grano de maíz que te enseñé como crecía en una maceta, ¿recuerdas?
Nolito quedó, después de escucharla, más perplejo y desorientado que nunca.
Finalmente, fue y se lo preguntó a su abuelo, que era el último de su casa que le quedaba por hacerlo:
—¿Cómo se consigue un bebé, abuelo?
El anciano esbozó una sonrisa socarrona y le contestó con otra pregunta:
—¿Tú que crees, Nolito?
El niño lo tenía ya muy claro:
—Creo que nadie lo sabe, abuelo.
—Pues en eso estamos totalmente de acuerdo los dos —aceptó el anciano—. ¿Qué te parece si nos acercamos a la heladería y compro un helado para cada uno?
—Que no podía habérsete ocurrido nada mejor que eso. ¡Vamos!
Nieto y abuelo cogidos de la mano se echaron a la calle, mirándose sonrientes. Las innumerables preguntas que el pequeño tenía por hacer podían esperar. De momento había algo estupendo que se podía hacer inmediatamente.