UN MARIDO CASI PERFECTO (MICRORRELATO)

fumador
Amalia Millares era muy feliz en su matrimonio. Ella, familiares, amigos y conocidos así lo reconocían. Amalia se había casado con un hombre guapo, bueno y dócil. Un hombre que, con agrado y sin el menor asomo de resistencia, contrariedad o porfía, se plegaba a todos sus deseos, ocurrencias o caprichos.
—Has tenido una suerte inmensa, Amalia. Te has casado con un hombre modélico. Seguro que hay montones de mujeres que te envidian por ello y sueñan con quitártelo —le decía todo el mundo que la conocía.
—Lo sé, lo sé, que sufran y se chinchen, porque él me quiere únicamente a mí —consideraba, ufana, Amalia.
—¡Ay, que dicha la tuya! Tu marido es perfecto en todos los sentidos.
Cuando escuchaba lo de “perfecto” con respecto a su esposo, Amalia fruncía el ceño, torcía los labios y objetaba:
—Mi marido tiene un defecto que le priva del título de hombre perfecto, y del que he intentado, innumerables veces, quitarle y no lo he conseguido. Y ese defecto es que fuma y no quiere dejar de hacerlo, por mucho que insisto en ello, suplicándoselo incluso.
El defecto que Alicia le reconocía a su marido, tenía absoluta razón en su empeño de intentar que lo dejase. Alberto Morales, el esposo casi perfecto de Alicia Millares, se fue una mañana a comprar tabaco y nunca más se supo de él.

Read more