UN HOMBRE VENDIÓ SU CORAZÓN (RELATO)

UN HOMBRE VENDIÓ SU CORAZÓN (RELATO)

UN HOMBRE VENDIÓ SU CORAZÓN

(Copyright Andrés Fornells)
Era una agencia dedicada a comprar y vender órganos humanos. Un hombre de aspecto derrotado y con ojos enrojecidos e hinchados de haber llorado muchísimo llegó delante del lujoso despacho del director de esta prestigiosa empresa y anunció:
—Vengo a vender mi corazón. Aquí tiene las pruebas que me hice ayer. Demuestran que lo tengo en perfecto estado, inmejorable.
El ejecutivo al que acababa de dirigirse examinó las pruebas presentadas por su visitante, su rubicundo rostro mostró aprobación y ofreció:
—Puedo darle 7.000 euros por él. Ni uno más ni uno menos. Esta es una agencia muy seria y nuestros precios son justos y fijos.
—Me parece bien. Yo soy un hombre serio también y nunca regateo —con notoria  dignidad el visitante.
—¿A quién tenemos que abonarle esa cantidad que hemos acordado?
—A Felipa Iglesias, mi exnovia, que se casó ayer con mi padre, otra persona tan traidora como ella.
—Dirección y número de la cuenta bancaria de esa señora.

El visitante se la dio. El máximo responsable de la agencia la anotó sin inmutarse lo más mínimo pues para él la venta y compra de órganos le resultaba tan habitual, que por un alto precio había vendido, algunos días atrás  un testículo suyo a un nonagenario por una cantidad bastante superior.
—Perfecto –acordó una vez recibido lo que acababa de requerir–. Todo está en orden. Venga pasado mañana a esta misma hora y, cuando el cirujano de nuestra compañía le haya extirpado el órgano que acaba de vendernos, la señora Felipa Iglesias recibirá 7.000 euros menos el IVA.
—De acuerdo. Buenos días.
—Buenos días, caballero. No tendrá queja de nuestro servicio. Tenemos, dentro de nuestra especialidad empresarial la más alta cualificación.
—Lo sé. Por eso vine aquí a vender mi corazón y no fui a otro sitio, por el gran prestigio que han adquirido —reconoció el abatido vendedor.
El hombre que acababa de vender su sano bombeador de sangre se marchó convencido de que acababa de realizar el acto más sublime que puede realizar un ser humano: morir de amor y, de paso, conseguir que su ingrata exnovia viviese el resto de su vida sufriendo remordimientos en compañía de su traidor padre. Sacrificio y venganza realizados juntos.

Al salir de la conducta, cuando cruzaba la calle sin mirar, un coche mató al pobre hombre que acababa de vender su corazón. La compañía dedicada a la compra y venta de órganos humanos se enteró de esta muerte por las noticias, y nunca le pago 7.000 euros a la destinataria de los mismos, considerando muy justo no cumplir un trato que se había convertido en ruinoso.

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