TUVE UN PADRE ENTRAÑABLE (RELATO)

TUVE UN PADRE ENTRAÑABLE (RELATO)

TUVE UN PADRE ENTRAÑABLE

Una tarde de invierno mi padre me llevó al cine. Estuvimos viendo una película sobre la vida de Mozart. Me enamoró el personaje y también ese extraordinario instrumento musical llamado piano. Cuando salimos del cine, como yo todavía estaba inocente del valor monetario de las cosas, le dije a mi padre, antes de taparme yo la boca con la bufanda porque hacía mucho frío:

—Papá, renuncio al coche que me comprarás cuando sea adulto, y lo que quiero que me compres, cuanto antes, es un piano. Quiero tocarlo igual que Mozart.

Mi padre era muy paciente y mañoso. Y nunca perdía la calma con mis peticiones imposibles de conceder. Con una caña me fabricó una flauta y me enseñó a tocar con ella su canción favorita: La Malagueña.

Con el paso del tiempo renuncié al piano por pobreza económica, además de espacio, y me aficioné al teclado de mi ordenador y escribo cosas que no solo me gustan a mí, creo…

Mi padre nunca pudo comprarme un coche. No me importó, pues conduje un gran número de ellos trabajando en una empresa de alquiler de automóviles.

Yo nunca he tocado un piano, pero he tocado el bello cuerpo de alguna mujer y más de una hermosa melodía le he sacado.

La flauta que me hizo mi añorado padre la conservo todavía y, cuando la tengo en mis manos, sé que él no se me fue para siempre.

El alimento del alma son los sentimientos maravillosos, y ojalá que éstos nunca nos falten.