SALOMÓN (sobre el amor)
SALOMÓN
El amor es más inflexible
que el infierno.
SALOMÓN
El amor es más inflexible
que el infierno.
Si los españoles fuésemos tan desagradecidos, rencorosos e injustos como lo son otros países a los que les enseñamos nuestras costumbres, nuestra religión, nuestro folclore, nuestra lengua (que ahora hablan más de 600 millones de personas), les construimos universidades, catedrales, hospitales, escuelas, carreteras y mil cosas más, les exigiríamos a
París es reconocida en el mundo entero como la ciudad (entre otras muchísimas cosas) de los artistas y del amor. A mí me tenía poderosamente fascinado mucho tiempo antes de poder visitarla. Por este motivo, cuando por mediación de mi tío Alberto, que poseía un pequeño restaurante en la zona
“Mentir constante no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada. Un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal. Y un pueblo así, privado del poder
Es una ciudad sin mar. Es una mañana con sol, el cielo muestra un azul pálido y se encuentra viudo de nubes. Por la calle circulan peatones y vehículos. Los peatones hacen ruido de calzado en movimiento y los vehículos ruido de ruedas rodando sobre el asfalto. El aire huele