FINAL DE UNA GRAN HISTORIA DE AMOR (MICRORRELATO)
Estaban enamorados. Locamente enamorados. Los dos habían encontrado, el uno en el otro, ese gran amor que las personas sentimentales, románticas, soñadoras buscan afanosamente en su vida. Se amaban de una forma exuberante, total, inconmensurable. Su existencia solo tenía significado, importancia, valor, cuando estaban juntos. El tiempo que permanecían separados a ambos les significaba una insoportable tortura.
Un martes por la noche, que habían quedado en ir a cenar juntos, él la estuvo esperando inútilmente en el restaurante donde habían quedado. La llamó mil veces al teléfono móvil y le fue imposible contactar con ella. Desesperado se dirigió a la modesta pensión donde ella se hospedaba y sufrió la mayor decepción, la más dolorosa amargura de su vida. Ella había pagado la cuenta y marchado sin decir a donde iba.
Él la maldijo. La acusó de haberle, con su inexplicable conducta, roto el corazón. Y contra ella fue creciendo dentro de él un hondo rencor por la desdicha que con su huida le había causado.
Transcurridos tres meses, él recibió una carta póstuma. Era de ella y en esta carta le explicaba que el lunes, un día antes de la cita acordada para cenar en su restaurante favorito, ella había recogido el resultado de los análisis que le habían hecho, análisis que demostraron que padecía una enfermedad incurable y la daban solo dos meses más de vida. Y para que él no la viese marchitarse día a día y tuviera que sufrir con su enfermedad, se había marchado lejos para que él siguiera conservándola en el recuerdo vital y hermosa como la había conocido.
Él lloró como jamás había llorado antes y le pidió perdón por sus injustas acusaciones y el inmerecido rencor a su persona que había guardado para ella todo el sufrimiento que hubiera podido compartir con él y que por el inmenso amor que le profesaba había querido ahorrarle.
El resto de su vida este hombre se guardó muchísimo de juzgar a nadie. No quiso volver a ser nunca más injusto con nadie.
(Copyright Andrés Fornells)