RECUERDOS IMBORRABLES (MICRORELATO)

A TÍO OVIDIO

Recuerdo que un anciano situado
a mi lado y al que no conocía de nada,
colocando su compasiva mano sobre
mi débil hombro me dijo, cuando
siendo yo muy niño me vio, afligido,
llorar durante el entierro de
mi idolatrada abuela Rosa,
que el llanto lo había inventado Dios
porque a menudo nuestras palabras
no saben expresar lo que sí saben
las lágrimas. Después de escucharle
sentí alivio y consuelo. Cuando
volví la cabeza para mirarle de nuevo,
aquel hombre muy mayor había
desaparecido. Solo entró en mi vida
durante dos minutos y se quedó
ya para siempre en mi memoria.

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