RAMILLETE DE POEMAS (IV)

RAMILLETE DE POEMAS (IV)

QUIZÁS JUNTOS PARA SIEMPRE

La habitación intencionadamente en penumbra

Escucho el tenue, ansiado sonido de tus pasos

Escucho el susurro de la seda de tu camisón

Deslizándose por el cálido marfil de tu cuerpo.

Vislumbro tu escultórica figura de afrodita.

Escuchamos el madrigal de amor de nuestras respiraciones

Te tengo tan cerca que me habla tu agitado corazón.

Te inclinas lentamente sobre mí, tendido en el lecho.

Te inclinas y me embriagas con tu afrodisíaco perfume.

El deseo que desprendes se hermana al deseo mío.

Apoyas sobre la mía la exultante morbidez de tu figura.

Avivas en mi cuerpo las llamas de la pasión

mientras vuelcas sobre mí tus inagotables,

deliciosas, amorosas, excitantes caricias.

Siento ya en mi sedienta boca la dulzura de tu aliento.

Exprimes dentro de los míos las fresas de tus labios,

Su embriagante, extasiante sabor me enloquece.

Nadan, se revuelcan eróticos nuestros dardos salivosos.

<<Somos el uno del otro>> convertida en música tu voz.

<<Hoy, mañana y el resto de nuestra vida>> prometo.

Abres para mí las hermosas columnas de alabastro

de tus piernas rendidas, anhelantes, acogedoras.

Y penetro, ebrio de felicidad en tu paraíso de los placeres.

Y jugamos a ser dioses dueños de unos momentos inmortales.

Conseguimos retrasar la caída a la sima de la desintegración.

<<Todavía no, mi amor, esperemos una eternidad más>>.

<<Sí esperemos, antes de la caída a la dicha suprema>>.

Inevitable para la impetuosa cascada tardar, retener

más tiempo en el muro de la voluntad la poderosa,

irrefrenable, arrolladora inundación del níveo caudal.

Luego todavía abrazados, pero ya no más fundidos en uno solo,

el lento, lánguido, regreso a la realidad y a la supervivencia

de un amor que tras triunfar en lo sexual deja expuesta

su continuidad a una imprescindible unidad espiritual.