QUISIERA SER EL AIRE, MUJER AMADA, MUJER PROHIBIDA (RELATO)
Quisiera ser el aire, mujer amada, para poder caminar junto a ti, para poder inspirar tu almizclado aliento, para poder abrazarte, para poder acariciarte, para poder besarte sin que lo sepa tu dueño.
Quisiera ser tu sangre, mujer prohibida, para poder correr por tus venas, llegar hasta tu corazón e incendiártelo de amor por mí.
Anoche soñé contigo y en ese sueño, el supremo dios de la magia nos permitió a ambos convertirnos en Adán y Eva. Y paseamos juntos, hermosamente desnudos por el vergel del paraíso, cogidos de la mano, transmitiéndonos corrientes prodigiosas de ternura, corrientes que circulaban por nosotros como si los dos fuésemos uno solo.
Y en ese edén, sobre una cama de aromáticas flores, tú pudiste ser mía, y yo fui tuyo, por completo, sin miedos y sin prohibiciones.
Y fuimos tan felices en ese sueño que cuando sentí que iba a despertarme, le supliqué al dios de la magia que nos mantuviese encerrados para siempre en ese maravilloso sueño. Pero él no nos hizo caso y, ahora con los ojos abiertos a un nuevo día, otro más sin ti, no puedo hacer otra cosa que llorar amargamente tu pérdida.
No soy aire, no soy sangre y, ni tan siquiera estoy soñando. Y tú sigues tan inalcanzable como siempre. No existe mayor tristeza para un amante, que amar sin esperanza.
(Copyright Andrés Fornells)