QUÉ BONITO CANTAN LOS JILGUEROS (MICRORRELATO)

QUÉ BONITO CANTAN LOS JILGUEROS  (MICRORRELATO)

Mi primo Telesforo era un gran aficionado a la caza. Todos los fines de semana, cogía su escopeta, su perro “Martillo” (nombre que le había dado al fiel animal por la forma que tenía su cabeza), y se iba unas veces a cazar a un coto, cuando levantaban la veda, y al monte cuando por ser fuera de temporada estaba prohibido cazar.
Cada vez que me encontraba a mi primo Telesforo, en la calle o en el café que ambos frecuentábamos, él me hablaba del extraordinario placer que un hombre encuentra abatiendo piezas que huyen a toda la velocidad que les permiten sus cuatro patas, o el rápido batimiento de sus alas.
Yo le contestaba que no entendía el placer que él encontraba abatiendo inocentes, indefensas criaturas. Y él me respondía que me faltaba ambición depredadora para ser un hombre extraordinario, como era él, e insistía una y otra vez a que probase cazar y entonces descubriría la enorme emoción que experimenta un cazador cuando demuestra su maestría cinegética.
Mi primo nunca consiguió inculcarme su afición, y el principal culpable de que fuese así era un jilguero que se había encaprichado del alféizar de la ventana de mi dormitorio y todas las mañanas venía a darme una deliciosa serenata, y él me hacía considerar que yo no podía, de ninguna manera, cometer la crueldad de matar a un posible pariente suyo, aunque fuera un pariente lejano.

Mi primo fue cazando hasta que un día le disparó a una codorniz, no le dio a ella, pero si a la rama sobre la que el ave se apoyaba, y esta rama cayéndole encima de la cabeza le hizo un buen chichón a mi primo.

Ese día, en sueños, mi primo vio un cuervo que le anunciaba:

—Después del próximo animal que mates morirás tú.

Creyéndolo una advertencia desde el más allá, mi primo Telesforo vendió su escopeta y dedicó su tiempo libre a jugar a los bolos. Martillo lo felicitaba con sus ladridos, cada vez que los tiraba todos, feliz de no tener que reventarse persiguiendo conejos o empaparse todo entero recuperando aves caídas en charcos, barrizales y lagunas.

(Copyright Andrés Fornells)

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