POETA FRACASADO (MICRORRELATO)
Él era capaz de rescatar del imborrable recuerdo: el sedoso, cálido contacto de las dos manos de ella resbalando suavemente por su rostro. El amoroso brillo con que lo miraban sus luminosos ojos verdes. La humedad afrodisíaca de sus labios. El gozo infinito de sus besos. El aromático almizcle de la saliva de su boca mezclándose con la saliva suya. El embriagador perfume que emanaba de toda su embelesadora figura. Las breves separaciones, entre caricia y caricia, para cambiar palabras de infinito amor. Todo esto podía recordarlo con meridiana claridad el poeta, sin embargo, no era capaz de convertirlo en poesía. Y esto le provocaba tanta frustración, tanta tristeza que derramaba lágrimas semejantes a perlas cristalinas que, los rayos del sol posándose con respeto sobre ellas, acompañándolas en su caída, las acariciaban, las irisaba bellamente. El poeta no se daba cuenta de que sus sentimientos eran los mejores de cuantos poemas no había sabido escribir. No solo los demás, sino tampoco él mismo sabía reconocer el enorme talento que poseía.