NO CANTABAN NI REÍAN MÁS (RELATO)

NO CANTABAN NI REÍAN MÁS (RELATO)

NO CANTABAN NI REÍAN MÁS

( Copyright Andrés Fornells)

Al pequeño que dormía en su lúgubre cuartito de paredes marchadas de humedad y con numerosas desconchaduras, lo despertaron los gritos del hombre malvado y los sollozos y súplicas de su madre de que no siguiese pegándole más.

El niño sintió que el miedo y la pena le encogían dolorosamente el corazón. ¡Qué diferente era todo antes de que su padre enfermara y falleciera! Su madre era feliz y cantaba y reía. Él era feliz y cantaba y reía. Su padre era muy cariñoso y bueno con ambos. Su padre jugaba con él, le hablaba y lo acariciaba con gran ternura. Por el contrario, el hombre malvado lo insulta y pega continuamente, lo mismo que insulta y pega a su madre, que vive tan triste y asustada como él. Tiene que hacer algo antes de que el hombre malvado mate a su madre igual que otros hombres malvados han matado a otras mujeres, como ha escuchado en las noticias de la televisión. Tiene que hacer algo. Su madre nunca lo hará porque él la tiene aterrada, acobardada.

Él tiene que buscar ayuda para ella y para él antes de que el hombre malvado los asesine a los dos. No sabe bien cómo actuar, pero es urgente hacer algo. Viste rápido sus pobres ropas. Calza sus zapatillas sucias y rotas y abandona su cuarto.

Anda todo el tiempo de puntillas temeroso de que el hombre malvado lo descubra y le impida abandonar la vivienda. Él y su pobre madre se hallan en la cocina. Él insultándola y abofeteándola, ella gimiendo, rogándole no le haga más daño, ya le entregó todo el dinero que ganó el día anterior limpiando casas, y no tiene más.

El pequeño huérfano llega a la puerta. Para que el ruido de cerrarla no lo descubra el hombre malvado, la deja ajustada. Una vez en la calle ve venir en la dirección que él se halla a una mujer mayor tirando de un carrito de la compra. Se detiene delante de ella y, con voz entrecortada, apremiante, le cuenta lo que está sucediendo en su casa. La desconocida colabora inmediatamente con él. Desde su móvil llama al 061. Repite la dirección que le está dando el tembloroso, sollozante niño.

Afortunadamente esta vez, los representantes de la ley llegan a tiempo: el hombre malvado no ha tenido tiempo de que otra víctima de violencia machista pierda su vida en las criminales manos de su maltratador.

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