¡NENE, NO COJAS NADA DEL SUELO! ¡NO SEAS COCHINO! (MICRORRELATO)


(Copyright Andrés Fornells)
En el parque hay gran cantidad de árboles. Entre las ramas de esos árboles parlotean, animadamente,  numerosos pájaros. El sol navega, esplendoroso, en solitario, por el mar azul del cielo. La primavera ha alcanzado su máxima creatividad y, desde los parterres las florecillas exhiben sus bonitos colores y esparcen sobre el cálido y perezoso aire mañanero sus deliciosas fragancias.
Hay mucha gente paseando por allí. Un escritor se halla sentado en un banco, a la sombra. Tiene cara de pasar hambre.  Viste ropas muy usadas y calza zapatos con bostezos en sus suelas. Sus ojos observan con innata curiosidad  todo cuanto se ofrece a su apreciativa vista. Por tenerles muy cerca de él se fija especialmente en una mujer y un niño. Ella, muy protectora, lleva al pequeño cogido de la mano. De pronto el chiquillo muestra intención de agacharse a coger algo del suelo. Inmediatamente la mujer que le ha dado la vida tira enérgicamente de su mano, le corta la intención, y le reprende:
—¡Nene, no seas cochino! ¡No cojas nada del suelo!
El pequeño, asustado por su regaño, no se hace con el billete de 500 euros que tenía justo en mitad de sus dos zapatitos romos, de puntas algo maltrechas por su perjudicial afición a darles patadas a las piedras.
Un burgués que viene detrás de ellos, dobla su abultada panza, se hace con el dinero y juzga, entre soberbio y despectivo:
—Los pobres son pobres porque, de tan tontos, no saben ser otra cosa.
El escritor esboza una triste mueca y piensa: “Si yo en vez de un humilde escritor, fuese  un rematado sinvergüenza, ahora mismo me acercaría a ese codicioso capitalista, y le diría que ese billete es mío, que se me cayó a mí”.
No es él, el único indignado testigo de lo sucedido. Veloz como el rayo, un mirlo arranca con el pico el dinero de las manos del ricachón y desaparece con él entre la arboleda, sin hacer caso de su furiosa reacción:
—¡Detengan al ladrón! ¡Detengan al ladrón!
En el enflaquecido rostro del escritor aparece una sonrisa complacida. Lo acabado de suceder le significa una nueva historia que él podrá contar.  Historia que enriquecería más si el escritor pudiese conocer que el billete de 500 euros va a formar parte del nido que está construyendo la mamá mirlo.

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