MORDEDORES (RELATO)

MORDEDORES (RELATO)

MORDEDORES

(Copyright Andrés Fornells)

Una vez un hombre fue a pasear. Era por la mañana y lucía el sol. El hombre estaba contento con la climatología y consigo mismo. Tenía salud, tenía una novia llamada Pepita a la que le gustaban muchísimo sus besos de tornillo, tenía un trabajo fijo y un excelente sentido del humor. Silbaba y los pájaros lo saludaban con sus trinos.

Todo era maravilloso hasta que de pronto surgió de la espesura una serpiente de enormes dimensiones y le dijo:

—Te aviso de que mi intención es morderte.

El hombre que había salido a pasear no era ningún cobarde e inmediatamente le respondió:

—Te aviso que, si me muerdes, yo te morderé también.

La serpiente no se esperaba esta reciprocidad y, como no le gustaba ser mordida, decidió seguir su camino, no sin antes exponerle su contrariedad:

—Qué asco, las personas habéis pasado de ser conformistas, asustonas y resignadas, a ser respondonas y agresivas.

—Yo no puedo hablar por los demás. Hablo por mí y te digo que no he desayunado todavía, ni tengo tampoco dinero para poder pagarme un desayuno. A un buen entendedor, con pocas palabras le basta.

La serpiente, que entre sus conocimientos de supervivencia contaba con la prudencia y la rápida huida —se alejó por la espesura más de prisa que corriendo.

Que no se extrañe, ni asombre a nadie que un reptil y un humano fuesen capaces de mantener este tipo de conversación: la serpiente era bilingüe y el humano era el Mago Merlín.

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