MI ABUELO SILVINO PEDÍA SEGUIR VIVO UN AÑO MÁS (VIVENCIAS MÍAS)
Mi abuelo Silvino tenía una pequeña huerta y trabajándola sacaba lo suficiente para no morirse de hambre con la mísera pensión que como trabajador autónomo le había tocado recibir de un gobierno que, si despilfarrara menos podría pagar más a quienes han trabajado, cotizado y pagado impuesto durante una muy larga vida laboral.
Mi abuelo Silvino era muy mayor cuando se casó. Según él esto fue debido a que tardó mucho tiempo en encontrar a la mujer que le inspirase un amor para toda la vida. Y finalmente ese amor lo encontró en mi abuela Rosa, que murió, dejándolo desolado e inconsolable, cuando yo contaba solo cinco años. De ella recuerdo una dulce sonrisa arrugada, unos ojos cargados de bondad y unas manos temblorosas acariciando mi pelo con ternura.
Yo, cuando tenía ganas de ello, ayudaba a mi abuelo en su huerta, quitando hierbas malas, desenterrando patatas o desgranando garbanzos. Esta última labor la realizaba yo muy torpemente, pues para no dañarme las manos usaba unos viejos guantes suyos que me venían enormes.
Siguiendo una costumbre familiar, yo le preguntaba durante la cena de Nochevieja:
—Abuelo, ¿qué quieres que te traiga el año que viene? Yo me he pedido una bici y tu hijo Jaime me ha prometido que si sigo tan bien como ahora con mis estudios, la conseguiré.
Mi abuelo sonreía bonachonamente, me acariciaba la cabeza con igual ternura a la de mi abuela y me decía:
—A la edad que ya tengo yo, mi niño, pediré lo de siempre: seguir vivo un año más.
Y perdonen que recordándolo me limpie las lágrimas de los ojos, porque un año mi querido abuelo Silvino dejó de seguir vivo.
(Copyright Andrés Fornells)