LOS REMORDIMIENTOS DE MI PRIMO AGUSTÍN (MICRORRELATO)

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Mi primo Agustín había nacido conquistador de mujeres, igual que otros nacen tuertos, patizambos o ambidextros.
A las mujeres le bastaba con dedicarles una sonrisa o un hermoso halago para que decidieran, al momento, adornarle la frente a sus novios o maridos, si se daba el caso de que los tenían.
Un día, en que lo encontré favorable a la confidencia le pregunté a Agustín:
—Primo, ¿tú no sientes remordimientos cada vez que consigues que una hembra le sea infiel a su hombre?
—Claro que los siento —contundente él—. ¿Por qué piensas tú que invito a café a tantos tíos?
Cuando terminamos con los cafés que estábamos tomando, Agustín se empeñó en pagarlos. Y yo decidí vigilar, en el futuro, muy de cerca y estrechamente a mi novia, aunque era la chica más fea, virtuosa y modosita de todo nuestro barrio.